La
ducha estaba al otro lado del patio de cemento. Allí se colocaba la manguera
sobre un enganche y se introducía por la boca de un canasto de plástico, se
mezclaba con el agua caliente que había ya dentro, y poco a poco, a través de unos
agujeritos hechos a navaja iba resbalando sobre el pelo. Apenas caía suficiente
para empaparse.
Extendió
la toalla sobre el suelo del patio y se recostó al sol. Al rato, casi en
duermevela, escuchó ruidos, como si una grúa del puerto dejara caer pesadamente
cajas y cajas de pescado sobre el muelle. El aire viciado y pesado, con todas
esas partículas de polvo amarillento, hizo que se diera cuenta de la tontería. La
figura de Balbina apareció en el marco de la puerta. Hoy llevaba una peluca de
pelo largo y oscuro, brillaba sintéticamente sobre sus hombros. La miró, sonrió
y se acurrucó junto a ella. Luego, poco a poco, se fue desnudando.
La
Cacatúa volaba en círculos sobre ellas, hasta que se apoyó sobre uno de los
árboles del patio. Su mirada hizo que se vistiera y arropase con la toalla,
miró inquieta el cuerpo desnudo de Balbina y nuevamente a la Cacatúa, apenas
tuvo tiempo de volver a girar la cabeza, las garras ya rasgaban el cuerpo
desnudo de Balbina, ni siquiera gritó. La espantó con la toalla y emprendió el
vuelo.
*****
Acarició
con la palma de la mano la piel abotargada de Balbina, algunas zonas comenzaban
a hincharse y amoratarse alrededor de las heridas ensangrentadas. Mojó un paño
en agua tibia y las limpió soplando sobre ellas. Fue machacando, junto al
aceite de hipérico, tomillo y hojas de abedul y tomatera. La Cacatúa estaba al
otro lado del cristal, mirándolas.
¿Has conocido al Doctor?
¿A Doc?
Sí –sonrió un poco- a Doc.
Ajá.
No hagas mucho caso de nada de lo que te diga. Mi consejo es
que evites a Doc, no es de fiar. Te robará tu historia, dirá que es suya y
cuando se meta en líos te la devolverá para que te apañes.
Hubo un largo silencio. En parte porque no entendió a qué se
refería y en parte porque quién era él y quién le había pedido ningún consejo.
Comenzó a colocar los emplastos sobre las heridas de
Balbina, este empezó a gimotear.
No te quejes ahora, que lo peor ya pasó. Dime ¿A qué te
dedicas?
Soy un Nuevo Migrante.
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